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viernes, 29 de enero de 2010

Bayly, ¿causa o efecto?

COMENTARIO DEL EDITOR
Resulta que nuestro sistema político es en la práctica y para todos sus efectos tan inexistente como nuestro sistema de defensa civil.
elcomercio.pe Viernes 29 de Enero del 2010

Por: Juan Paredes Castro
Se está viendo erróneamente a Jaime Bayly como causante de un eventual desastre político-electoral, al igual que en estos días se ve también a la lluviosa y desbordante naturaleza como causante del aislamiento del Cusco y Machu Picchu.

Ambos casos encierran una distorsión ciega de la realidad que no sabemos si es parte del mal peruano o el borde deformante de una gobernabilidad que se construye y destruye cada día, sin sentido de futuro.

Resulta que nuestro sistema político es en la práctica y para todos sus efectos tan inexistente como nuestro sistema de defensa civil.

Si en lugar de pelearnos con Bayly por incursionar irreverentemente en la política nos peleáramos de verdad con los legisladores que no quieren que nuestra democracia mejore, porque de otro modo ellos no estarían donde están; con los partidos que tienen abiertas sus puertas y escalones de poder solo para sus fundadores y herederos; y con todos aquellos que piensan que nuestra democracia ya está hecha y derecha desde cuando la recuperamos de manos de Fujimori y Montesinos, ¡todo sería distinto y superior!

Si nos peleáramos con estas realidades y no con los molinos de viento de nuestros miedos y prejuicios, entonces tendríamos un sistema de partidos con canales de participación abierta y plural y con mecanismos democráticos internos que seguramente admitirían en sus filas a un Jaime Bayly, y le ahorrarían a este la aventura de buscar en una esquina de Lima a alguien como José Barba Caballero, dispuesto a prestarle o alquilarle su carreta electoral.

Si nos peleáramos con las autoridades políticas, municipales y culturales del Cusco y de Aguas Calientes, no tendríamos amenazado el turismo hacia y desde Machu Picchu ni tendríamos que culpar al río ni a la quebrada que no hacen más que expresar, en lodo y piedras, nuestras imprevisiones.

Con sus virtudes y defectos, Jaime Bayly le está imprimiendo a la vieja política peruana el electroshock que necesita para darse cuenta de que no puede vivir más tiempo colgada de la pared, como un cuadro de naturaleza muerta.

Bayly no es un intruso. Es el efecto desconcertante de un sistema político desconcertante. Así lo estamos viendo, desde aquí.

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