Industria versus minerales
elcomercio.pe 19 de enero de 2010
Por: Richard Webb Economista
Cuando expuso en Lima el economista Michael Porter, hizo eco de una teoría muy difundida diciendo: “Cuando un inversionista extranjero piensa en una fábrica, no piensa en el Perú”. Lo que quería decir es que el Perú ha tenido éxito como exportador de minerales y otros recursos naturales, pero que el verdadero desarrollo es el que viene con las fábricas. Las fábricas sacaron de la pobreza, primero a Gran Bretaña, Francia y Alemania, y después a los tigres asiáticos, como Japón, Taiwán y Corea. Por algo llamamos a esos países, industrializados. Y si de fábricas se trata, decía Porter, el Perú aún no levanta vuelo ni, a su criterio, tiene las condiciones de competitividad para hacerlo. Hay dos razones para ser menos pesimista.
La primera razón es Canadá. En ese país, las fábricas tienen la misma participación en el producto total que en el Perú, 16%. No obstante, el ingreso por persona en Canadá supera en diez veces el nuestro. El relativo subdesarrollo de la industria canadiense no ha sido obstáculo para lograr uno de los niveles de vida más altos del planeta. Otro caso para pensar es Noruega. Su ingreso por persona supera el nuestro en 20 veces, a pesar de que sus fábricas producen apenas el 10% de la producción nacional. Canadá y Noruega son modelos de cómo aprovechar los recursos naturales para salir de la pobreza sin multiplicar las fábricas.
Mi segunda razón es Christopher Clague, investigador que descubrió que la baja productividad de la fábrica peruana no venía de ser pequeña ni de tener maquinarias menos modernas o trabajadores menos hábiles que las fábricas similares de Estados Unidos. La explicación no estaba adentro sino afuera de las fábricas, en la burocracia, los problemas de comunicación y transporte, y la inseguridad. El paso crítico para un despegue de la industria, entonces, no sería tanto la inversión como la mejora del entorno para la actividad industrial. Y como lo constatan los rátings internacionales, esa mejora se ha venido logrando desde los años 90, gracias a varias reformas institucionales, como la creación de entidades reguladoras, las reformas de la aduana y la Sunat, y el refuerzo del sistema financiero. A la vez, un gran volumen de financiamiento externo ha contribuido a desarrollar la infraestructura que necesita la industria nacional, no con tanto con nuevas fábricas pero sí invirtiendo en energía, caminos, puertos y telecomunicaciones
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