COMENTARIO DEL EDITOR
Entretanto, Huaraz, sin autoridad municipal, ve hundirse sus laureles de atracción turística en medio del caos urbano, la desgracia de sus servicios administrativos y la decepción de su atención bancaria; y Áncash, sin autoridad regional, ve construirse un estadio como el Maracaná de Brasil, mientras sus carreteras colapsan en aniegos y escombros y sus hospitales sobreviven al milagro de la paciencia mortal de sus ciudadanos.
Por: Juan Paredes Castro
Antes el país real le echaba la culpa de su suerte total al país oficial: Lima.
Ahora el país real (el de los municipios y las regiones podridas en dinero) no encuentra la manera de que presidentes regionales y alcaldes ineficientes y corruptos le devuelvan su voto. Su delegación de poder ha sido secuestrada y son muy pocos los mecanismos legales que le quedan para que el Congreso, el Jurado Nacional de Elecciones o el Gobierno salven su dignidad.
Lo que ocurre en Áncash y en Huaraz es un escándalo.
En primer lugar, de acuerdo a ley, el JNE ha puesto término a la suspensión de un año del alcalde provincial Lombardo Mautino Ángeles y de paso al interinato del regidor que lo reemplazaba. El problema es que las causales judiciales de Mautino no han concluido y el JNE no puede extender suspensiones por más de un año. Nadie parece tener vela en este entierro legal, excepto el Congreso, si tiene a bien ponerlo en su orden del día.
A menos que el JNE reinterprete la ley desde el poder que le da su autoridad jurisdiccional y zanje la contradicción.
Entretanto, Huaraz, sin autoridad municipal, ve hundirse sus laureles de atracción turística en medio del caos urbano, la desgracia de sus servicios administrativos y la decepción de su atención bancaria; y Áncash, sin autoridad regional, ve construirse un estadio como el Maracaná de Brasil, mientras sus carreteras colapsan en aniegos y escombros y sus hospitales sobreviven al milagro de la paciencia mortal de sus ciudadanos.
Estas son dos muestras de la impotencia que vive una capital de departamento con una municipalidad provincial prácticamente acéfala y toda una región con millones de soles ganando intereses en los bancos que nadie controla ni fiscaliza y que supuestamente estarían destinados a proyectos de desarrollo seguramente muy bonitos en el papel, pero que no cubren la tragedia actual de infraestructura vial y hospitalaria.
Votos secuestrados. Delegaciones de poder perdidas. La diabólica impunidad política riéndose a carcajadas del pueblo.
¿Para eso iremos a nuevas elecciones municipales y regionales?
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